Friday, May 04, 2007

amor

Salí por la calle de siempre para el trabajo y escuché un grito que venía desde el callejón. Eran las siete y media. ¡No! Eran las seis y media. Ayer salí antes porque tenía trabajo acumulado que quería terminar ¡Justo!, mirá si las cosas van a salir alguna vez como las planifico... ¡Mierda si pude terminar el trabajo! ¡Mierda!
Me fui para el callejón y la vi, tirada en el piso. Le dije "¡Uh, loca! ¿Qué te pasó?", aunque se notaba que la habían cagado a palos. Empezó a gritar desenfrenada “¡Ese hijo de puta! ¿Lo ves? ¡Ese hijo de puta que va allá! ¡Me cagó a trompadas! ¿Lo ves? ¡Llamá a la policía!”
Por unos minutos le hablé para calmarla, después la agarré del brazo y traté de llevarla a la comisaría, pero me dijo que prefería tomar un café, que estaba cansada, que no tenía ganas.
En su lugar hubiera pensado lo mismo, pensé, y la invité a casa. Vino. ¡Qué cagada que vino! Bueno, no sé, tal vez no fue una cagada. Ahora estoy confundida y no sé que pensar.
Llamé al trabajo para avisar que no iba a poder ir, y me quedé con ella toda la mañana. Tomamos café, empezó a hablarme de su vida, tomamos más café, supe un montón de cosas sobre ella, hablamos, nos reímos, ella lloraba, tomamos más café. El que le había pegado era el padre. Siempre le pegaba. Vivían juntos, la madre se había ido de la casa cuando ella era chica, el padre tomaba, ella también. Se emborrachaban juntos, la mayor parte de las veces “la pasamos bárbaro”, dijo, pero a veces él se ponía violento y le empezaba a pegar. Esta vez había sido por el trabajo de ella. A él no le gustaba que trabajara en un bar. “¡Sos una chica decente!” le decía, “¡sos una chica decente!”. Pero después no le importaba si ella tenía sexo con el novio (o con otro, o con otra) en la habitación de al lado, mientras él miraba el partido y fumaba como un sapo. Ella me contó todo. Y me repetía a cada rato: “Es rara nuestra relación, yo lo sé, pero nos queremos. Me quiere. No va a permitir que me lastimen, o que yo misma me lastime”. Bueno, claro, para mí esa relación era demasiado rara, y yo no estoy preparada para aceptar una cosa del género, así que decidí dejarla pasar y me enfoqué en otros aspectos de la charla.
Me gustó hablar con ella porque era muy desinhibida. No tenía problemas en contarme lo primero que se le venía a la cabeza, se notaba que no se estaba controlando cuando hablaba.
Después de un rato, me dijo que estaba cansada y que le dolía la cabeza. Me pidió que le limpiara una herida que tenía en el muslo derecho, que el padre le había hecho con un palo. Una cosa llevó a la otra, y cuando me quise acordar, me estaba besando. A mí, que soy heterosexual. A mí, que no me gustan las mujeres. A mí, que soy la persona más conservadora que hay en la faz de la tierra. Pero extrañamente no me disgustó, es más, creo que lo disfruté. Nos quedamos juntas todo el resto del día. A eso de las seis de la tarde, me dijo que tenía que irse. Yo estaba exhausta, pero no quería que se fuera. Tampoco quería que se quedara. En realidad quería que las cosas siguieran como estaban, no tener que decir “andate” o “quedate”, porque cualquiera de las dos cosas implicaba una decisión a tomar, implicaba un “¿me llamás?”, o un “no quiero verte más”, o un “fue la primera vez que amé a otra mujer”. Pero ella tenía que irse y se fue. Me saludó con un “gracias” y un beso en la mejilla, y bajó las escaleras corriendo, sin girar la cabeza para mirarme. Por un minuto me quedé así, como formando parte de la puerta, mirando la escalera y pensando en nada. Después, repentinamente, cerré con llave y bajé corriendo yo también, y la seguí. No sé por qué lo hice. Pero trataba de ocultarme para que no me viera. Ella parecía tranquila. Se paraba a mirar las vidrieras de vez en cuando, no tenía apuro en llegar a ningún lado. Se sentó en un bar y se comió un sandwich, siempre tranquila. Después empezó a caminar rumbo al callejón en el que la había encontrado esa mañana. Se encontró con un hombre, al que parecía conocer bastante, ambos se abrazaban y se reían. Ella hablaba y gesticulaba mucho, y movía los brazos y la cabeza. Yo no podía oír lo que decían, porque estaba bastante lejos, pero los veía perfectamente desde mi escondite en la otra punta del callejón. Después de un rato de charla, el tipo se alejó. Ella se tiró al piso, y se quedó quieta, como si durmiera. Pasó un rato, tal vez una hora, tal vez más. Pensé que dormía, que estaba cansada. Estaba a punto de ir a buscarla, cuando vi que un señor que pasó por la vereda la vio, y se acercó a preguntarle que pasaba.
Ella, repitiendo exactamente los movimientos y los gestos, empezó a gritar desenfrenada “¡Ese hijo de puta! ¿Lo ves? ¡Ese hijo de puta que va allá! ¡Me cagó a trompadas! ¿Lo ves? ¡Llamá a la policía!”
Me fui un poco triste. No sé que es lo que buscaba ella con esta historia. No sé si quería sexo, compañía, comida, techo, dinero. Hago la denuncia por despecho. No sé si quiero hacerle daño, pero quiero resarcir mi dignidad. Quisiera decir que me obligó, pero sus modos eran tan dulces que no podría mentir al respecto. Al menos puedo asegurar que me engañó. Y eso es suficiente ofensa como para condenarla.

9 comments:

Natita said...

Un poco duro, pero muy bueno, nuevamente. ME ENCANTÒ!

El Fantasma said...

Me gusto mucho Eva.

Me pregunto de dónde sacas las ideas de tus historias.

Me gustaron mucho algunos detalles particularmente. Como la parte de "...pero no quería que se fuera. Tampoco quería que se quede." y la explicacion del porque.

El Fantasma said...

Ah, y me sorprende que te haya parecido duro, Natita... A mi me parecio mas bien tierno!

Vero said...

Eva, me gusta... y nada que ver con lo que me habías dicho... quizás actuó como disparador nada más. Pero es 100% tuyo! ME GUSTAAAAAAAAAA!

Seguí en esta línea nena!

Y a mí también me pareció tierno, a su modo, pero tierno al fin.

Guillermo said...

Vamos Eva !!!! MUy bueno!!!

rs said...

Yo también me pregunto de dónde saco las historias...

Gracias otra vez a todos, pero creo que son demasiado buenos con las críticas...

Juanro said...

Está bien. Está MUY bien. Igual ésto de andar catalogando y evaluando obras ajenas es medio pedante. En fin, igual lo que más me gustó fue el principio, la primera frase:
"Yo no sé quién me habrá mandado a mirar. Bueno, a ver."
Está baaaarbaro!
Cheers!

ES said...

Impresionantemente bueno.
MUY bueno.
Ufff, qué alivio que alguien escriba bien en el mundo...

Vero said...

Hola Evita... Empezaste con el estudio que andás tan ocupada?? Ojalá que sea así!! Te mando un beso y espero ver cuento pronto para criticar! :P