Thursday, March 04, 2010

Un tal Esteban.

Otra participación en el TELITA.


Tocaron el timbre y un hombre mayor me dijo “Cerco Piero”. Yo mal que mal entendía el italiano, pero fue tan imprevista la llegada de ese hombre que me lo tuvo que repetir dos o tres veces hasta que reaccioné y pude entender lo que me estaba diciendo.
Salí corriendo para el fondo y le grité al abuelo que estaba en el galpón “¡te buscan!”
“Decile que pase”, dijo el viejo sin levantar la vista de su trabajo, que hacía por puro placer nomás. De viejo se le había dado por la carpintería.
“Adelante”, le dije al desconocido, y me quedé jugando en el patio sin prestarles mayor atención.
El hombre fue hasta donde estaba el abuelo y le dijo algo en italiano que no llegué a comprender.
“Me encontraste”, dijo el Nono en castellano, aunque supongo que el otro no lo entendía. “Te esperé mucho tiempo”. Lo miró agradecido, y le dijo “il bambino”, señalándome con la cabeza.
El otro me miró y sonrió, y se quedó sentado mirando como trabajaba mi abuelo, sin decir ni una palabra, como esperando algo.
Entonces el abuelo me llamó y me dijo que fuera a la casa de María, “a ver si está tu madre”, dijo. Yo salí corriendo y, habría hecho media cuadra cuando escuché un disparo.
Llegué a lo de María y le dije a mi mamá que el abuelo la buscaba y que había oído un disparo y que había un desconocido en casa y salimos corriendo los dos.
Lo encontramos tirado en el suelo, casi muerto. Mamá le agarró la mano y él llegó a decirle antes de morirse “Es mi amigo. Teníamos un pacto. Yo se lo pedí.”
El otro, lo miraba y lloraba. Era tan viejo como él, y sostenía la pistola en la mano sin saber qué hacer.
Le dijo a mi mamá “Abbiamo lottato insieme nella guerra. Lui me l’aveva chiesto tempo fa, io non lo trovavo. Scusatemi.”
Mamá me abrazó y lloró. Yo, de tan asustado que estaba, no podía ni llorar. Miraba al abuelo que estaba en el suelo, con la cabeza llena de sangre y los ojos abiertos, sentía entre asco, pena, tristeza, asombro y un poco de alegría infantil, por haber presenciado una muerte en vivo, una muerte de verdad.
El italiano dio media vuelta y empezó a caminar hacia la salida. Cuando estaba llegando a la puerta giró la cabeza y dijo “Mi chiamo Esteban”.
Y eso fue todo lo que supimos sobre la muerte de mi abuelo: que un tal Esteban había sido el encargado de ejecutar un extraño pedido y que ya nadie nos iba a explicar nada más. Nunca más.

1 comment:

MariaCe said...

Linkee al coequipper, que bien lo merece también :)

Un trabajo excelente, el conjunto.