Monday, February 02, 2009

vidas

Hoy la vi en el subte. Ella no me vio, estaba escuchando música y mirando su reflejo en la ventanilla. El pelo teñido de rubio-anaranjado, extremadamente flaca y a la vez muy caderona y las piernas anchas. La boca pintada de rojo, exagerada. Los ojos pintados de azul y la cabeza grande, grande, muy grande.
A veces me pregunto si no querrá volver a ser ella alguna vez, si no querrá volver a ser morocha y "gordita", como le decía yo cuando éramos chicos.
La última vez que la vi, hará más o menos 5 años, estaba desnuda tirada en la cama, durmiendo. Habíamos pasado juntos un fin de semana, previo pago de la tarifa correspondiente, por supuesto. Después de la infancia, estuvimos sin vernos unos diez años. Después supe por medio de un amigo que trabajaba de puta, y la fui a ver. Un poco se sorprendió, pero creo que le gustó verme, al menos una cara conocida en medio de un mundo de mierda. Yo fui por curiosidad y, ya que estaba, me quedé. Charlamos bastante en esos días y me contó algo de su vida. Vivía con un tipo que, contra lo que yo me imaginaba, no le manejaba el negocio. Se lo manejaba ella sola y me dijo que lo hacía porque prefería eso "a limpiar en los baños la mierda de los otros". Qué vida de mierda, le dije yo. Y ella me dijo que no era peor que la mía. Yo le dije que la mía no era tan mala. Ella me contestó que sí, que mi vida era una vida de mierda. Me dijo "Mirate. Estás más solo que yo: vos pagás, yo cobro".
Mierda, pensé. Mierda mierda. Capaz que tenía razón después de todo. La dejé mientras dormía porque no sabía bien como tenía que saludarla. Al fin y al cabo no era un amigo, ni un cliente. Un viejo conocido que la había visitado... no supe qué decirle y, lo que es peor, no quise escuchar lo que ella tuviera para decirme.
Hoy, cuando la vi, de repente ese recuerdo me abarcó todo el cuerpo y otra vez sentí ese frío y esa soledad. Ella sigue ahí, con su vida no tan de mierda. Y yo acá, sin saber muy bien como es la mía.

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