Al final de la tarde me gusta mirar por la ventana. Miro para afuera y las cosas parece que se ordenan. No digamos que todo es claro, apenas un poco más claro.
Cuando entré a este lugar pensaba que iba a ser para siempre, y no me importaba. Ahora sé que voy a salir, en cualquier momento voy a salir, y ni siquiera estoy ansioso. Ya conozco lo que hay del otro lado de la puerta, no es mucho mejor que esto.
Tal vez no te dopan, es cierto, o no con esta mierda que me dan a mí cada mañana, pero te dan otras mierdas mucho más letales.
Cuando miro por la ventana vuelvo al tren, al tren de mi infancia. Veo las calles de tierra y los alambrados cubiertos de enredaderas verdes con flores lilas, veo las casas. Todo está tan cerca, y es increíble.
Me gustaba mirar las casas, cuando era chico. Ver las luces prendidas desde afuera y adivinar la vida de adentro, como si fueran libros de cuentos, como los cuentos que nadie me contaba.
Ahora no me gusta, ahora lloro. No quiero que me cuenten cuentos, y mucho menos cuentos tristes, pero veo las casas y los cuentos se fotografían en mi frente con una nitidez horrible, veo lo que pasa, veo la bronca, la impotencia, el frío, la resignación, la murria. Veo el asco, el miedo, el desprecio. Veo todo y entiendo todo y no lo puedo soportar.
Cuando salga de acá va a ser muy difícil. Voy a volver a matar, cuando salga de acá.
Monday, October 05, 2009
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7 comments:
Che.
Es MUY bueno.
Yo lo entiendo, pobre. A veces yo tampoco se como carajo lo soporto.
Convicto o internado psiquiátrico?
Bueno, pero ¿qué palabra iba a usar para describir la murria si no era murria?
Pero no es lo mismo eso.
Yo creo que es una interesante manera de describir una realidad desde el encierro. Ver e imaginar que en el mundo que está afuera se siguen padeciendo los mismos errores. Miedo, bornca, impotencia, resignación y murria.
Epa.
Estos son los saldos de la desigualdad, pocas cosas arruinan tanto como el resentimiento.
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